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Tuvo su bendición. Me entregó el teléfono y este hombre inteligente me dijo que y su esposa tienen un matrimonio FemDom y que ella puede hacer lo que ella desee. Apenas pude responderle, pero grité algo como gracias o algo de esta manera.
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En el flirteo, los ojos se desplazan impacientes y la mirada pasea a gusto, casi como una caricia, por los labios, el pecho, el cuello, los hombros… Las pupilas dilatadas acaban por llenar el vacío que deja la ausencia de palabras.
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De las mujeres toca a los niños a una edad temprana y domestican a la bestia que hay dentro. Muéstrame una sociedad donde las mujeres se quedan en casa y bajo techo y te enseñaré una sociedad de chicos jóvenes que se reclutan fácilmente para ser violentos.
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Algo en suma, que le ocurre a la enorme mayoría de los hombres. A fin de cuentas, todos compartimos un programa genético afín que se ha desarrollado a lo largo de millones de años, así como una educación y cultura afines.
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Recuerdo el caso de una mujer que vino a un taller. Era bonita, mas su rostro estaba apagado, sin vida. Tenía las facciones duras por la lucha diaria del trabajo. Me acuerdo que hubo un tema que le llamó singularmente la atención, y le ayudó a quitarse alguna de sus corazas.
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En palabras del Sastra: Reverencia al Gurú, por quien se manifiesta el Brahman, que penetra al cosmos entero de cosas móviles y también inmóviles. Reverencia al Líder, por quien los ojos del Jiva, cegados por las tinieblas de la ignorancia, son abiertos con la barra de colirio del conocimiento.
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Hete aquí las dos formas de estar en este planeta. La mujer bien instalada en él y, el hombre, siempre y en todo momento desarraigado, anhelando ser lo que aún no es. De ahí que lo más esencial para un hombre es sentirse respetado; lo necesita mientras está construyendo
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Efecto: el mago muestra 2 monedas de igual o diferente valor. Como hacer eso no es hacer mucho, logra que una atraviese la lona de un pañuelo para encontrarse con la otra como en la ilustración 25. Veamos cómo. Primeramente el mago mete una moneda bajo el pañuelo.
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Le colocó unas muñequeras, que ató sobre su cabeza, con los brazos algo extendidos, pero no muy estirados. Estaba algo cómoda. Unas correas fueron atadas a sus tobillos y después fueron enganchadas a una cadena que pendía.
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Vivimos dentro de una zona de comodidad donde nos movemos, y creemos que eso es lo único que existe. Dentro de esa zona está todo lo que sabemos, y todo cuanto creemos. Convivimos con el comején y no nos damos cuenta, estamos a gusto o habituados a la vida que tenemos.
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